sábado, 28 de abril de 2012

No sé porqué, pero me enamoré. Pensaba que era imposible, ya no por mí, sino, por la otra persona. Al principio decía que no, que todo iba a ser imposible, que la felicidad no brillaría entre nosotros. Y ahora veo que nada es imposible. Que lo mismo tienes que luchar más por conseguirlo, pero que llegar llega. Ahora soy feliz. A lo mejor, no de la mejor manera posible, pero bueno. 
No quiero que esto siga así por mucho tiempo, pero tampoco quiero perder la oportunidad de tenerte a mi lado. 
En el fondo solo somos niños, que no sabemos lo que de verdad no ilusiona. Y jugamos con las personas como si fueran un juguete. Sí, esos juguetes que nos gustaban en la tienda y llorábamos de una manera que nunca podré explicar hasta que nos compraban el juguete, para que luego, a la semana le dejáramos tirando en un rincón de la habitación sin recordar que ese juguete existía. Pues el amor de niños, es más o menos por el mismo estilo, lo que un día nos ilusiona, al otro día la dejamos apartada sin acordarnos de que al menos, por unos minutos nos hizo feliz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario