martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 2.

Van pasando los años y los cuatro niños; Pablo, Iván, Ari y Esther se hacen muy amigos. Ya han pasado 5 años y los niños empiezan a salir al parque después de hacerlos deberes.
La relación entre las madres de los niños es muy buena. Todos se sientes muy cómodos. Pasan horas y horas juntos, nunca se cansan. Se ayudan en todos los pequeños problemas que les surgen.


Pablo y Susana se llevan muy bien, son de esos hermanos que a pesar de ser pequeños siempre han tenido una relación muy bonita. Los dos tienen por costumbre ayudar en casa a todo lo que sea posible. 
Susana está a punto de terminar el colegio, y el paso al instituto lo tiene cerca. Solo le queda un año en ese edificio de ladrillos de color rojo donde conoció a todos sus amigos.  Lleva con ellos desde pequeña y empieza a tener miedo porque alguno de ellos se cambie al pasar al instituto y su relación cambie. Se sientan los cuatro, Isa, Antonio, Susana y Pablo en la mesa para merendar y la hermana empieza a contárselo a sus padres.
-Mamá, papá, como sabéis dentro de un año me toca ir al instituto, dice ella un poco desanimada.
-Sí, contestan los dos.
-¿Cuál es el problema, cariño?, contesta el padre al ver la cara de pena que se le pone a Susana.
-Ya sé que muchas veces me habéis dicho que si los amigos son de verdad duran para toda la vida, pero… quizás alguno se cambie de instituto y no estemos todos juntos como desde que empezó el colegio, explica Susana.
-No tienes que preocuparte de esto ahora, Susana. Diviértete con ellos y al año que viene ya se irá viendo. Verás como estaréis todos juntos y conoceréis a más personas allí y vuestro grupo de amigos crecerá y crecerá, dice Isa muy animada.
Los cuatro terminan de merendar tranquilos, recogen la mesa cuando el timbre de la puerta empieza a sonar. Pablo va corriendo a abrir, siempre le ha gustado mucho. Era la abuela. Pablo se abalanza sobre ella y la da un beso fuerte. Los niños siempre juegan con la abuela a las cartas, así que, esa tarde salen todos al jardín a jugar. La abuela gracias a su gran experiencia y alguna que otra trampa va ganando partida sí y partida también. Ningún miembro de la familia se enfada, todos saben cómo es la abuela.
-Abuela, siempre ganas, comenta Pablo.
Todos empiezan a reírse por la cara que ha puesto al decirlo.
Cuando ven que empieza a anochecer recogen y la abuela se queda a cenar tras haberla insistido mucho Susana. Susana y la abuela ayudan a mamá en la cocina mientras Pablo y su padre se sientan en el sofá a ver los deportes.
Mamá reparte los platos y pone una ensaladera grande en el medio de la mesa para que cada uno se vaya echando en su plato la cantidad que quiera. Siempre ha sido muy generosa en los temas de la comida.
Nos sentamos todos alrededor de la mesa y empezamos a conversar sobre el Málaga, el equipo del que es toda la familia. Así pasamos hasta que terminamos de cenar y recogemos la mesa. La abuela ya se va a su casa, y la acompañamos hasta la puerta donde la despedimos con un beso y un abrazo. Mamá nos llama desde el salón.
-Pablo, Susana es hora de que vayáis a dormir, dice su madre.

Los dos asienten con la cabeza, se despiden de sus padres y suben a la planta de arriba donde los dos se lavan los dientes y se van a dormir. 


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Los niños han crecido. Ya tienen 15 años y otros temas empiezan a entrar en sus cabezas. Al poco tiempo la relación de los cuatro amigos empieza a cambiar. Pablo empieza a mirar a Ari de una manera un poco extreña. Sus ojos empiezan a brillar y él se empieza a poner nervioso cuando la siente cerca. Iván, que le conoce muy bien busca el momento exacto para hablar con él.
-Pablo, he visto como hoy mirabas y te ponías nervioso cuando Ari se ponía a tu lado.
Pablo lo reconoce, sabe que a él no le puede mentir. 
-Tengo que contarte algo, dice Iván. 
-Dime, amigo, dice Pablo con una sonrisa de oreja a oreja aunque a la vez algo preocupado por si es algo malo...
-Somos pequeños, y lo sé, pero desde el primer momento que conocimos a Ari vi en ella algo especial que al igual que ti hace que me ponga nervioso al tenerla cerca, comenta Iván poniéndose un poco rojo.
-A mí también me pasa, Iván. Cada vez que recuerdo  el día que me agaché a recogerla y vi como sus rizos y su pelo negro con brillo iluminaban esa carita blanca y tierna empiezo a sentir un cosquilleo. Es tan..., dice Pablo.
- Es tan adorable, concluye Iván

Capítulo 1.

Todo empezó un 31 de mayo de 1989 en Málaga, una gran ciudad de Andalucía que consta de playa entre otros monumentos que hacer que la ciudad sea preciosa. Ese día nació un tal Pablo Moreno de Alborán Ferrándiz. Una persona que devolvió toda la felicidad en momentos difíciles.
Según fue creciendo su relación con familia iba siendo más cercana, ya que a él también le habían afectados unos cuantos sucesos familiares. Al sentir mucha pena por dentro tras una enfermedad en un componente de su familia empezó a refugiarse en la música. Eso que había aprendido desde muy pequeño; lo llevaba en la sangre.



-Venga, Pablo, tenemos que ir al colegio, le dice su madre con cuidado.
-Mamá, no quiero ir, jope, dice Pablo haciendo pucheritos.
Su madre, Isa, ha estado con Pablo desde que nació. Siempre se turnaban para darle todo el cariño a su segundo hijo. Hacía casi tres años habían tenido una niña llamada Susana.
-Tate, tienes que ir a clase. Conocerás a mucha gente y harás amigos, le dice Susana, una pequeña niña de 6 años con el pelo rubio, ojos verdes, y una sonrisa muy característica de ella.
Pablo no da respuesta a lo que le dice su hermana, solo se sienta en la cama esperando a que su madre le ayude a vestirse. Seguidamente, entra Isa por la puerta y empieza a vestirle. Se sientan los tres en la mesa a desayunar teniendo una conversación sobre todo Isa y Susana. Pablo está muy entretenido en comerse sus galletas de chocolate con las cuales se mancha.
-Pablete, ya te has manchado. Vamos a cambiarte la camiseta rápidamente y nos vamos a conocer a tu profe y compañeros, dice Isa.
-Vamos, mamá, dice Pablo muy animado.
Cuando llegan al colegio, Susana va directamente con sus amigas despidiéndose de su madre con un beso en la mejilla. Pablo, en cambio, se queda abrazado a su madre durante un largo tiempo.
-Mamá, ¿vendrás a por mí en cuanto acabe el cole?, dice Pablo.
-Claro que sí, mi vida, dice Isa.
-Te quiero, mamá.
-Y yo, Pablo.
Pablo entra corriendo con sus demás compañeros. Al principio estaba muy cortado porque no conocía a nadie. Pero ya sabemos cómo son los niños pequeños; siempre hay alguno que es más espabilado.  Salen al recreo y tras haber corrido un rato, un niño vestido con una camiseta del Málaga se acerca a Pablo y le pregunta que si quiere jugar con él al fútbol.
Pablo no tarda ni un segundo en contestarle que sí quiere. Pasaba todas las tardes en el pequeño jardín de su casa jugando con su padre a la pelota. Los dos se fueron a jugar a la pelota y poco a poco fue conociendo a gente.
A la salida su madre fue a recogerlo como le había prometido. Pablo le contó todo lo que había hecho y le presentó a su amiguito, ese chico de la camiseta del Málaga.
-Hola, me llamo Iván, dice el muchacho.
-Hola yo soy Isa la madre de Pablo, dice la madre dándole un besito al niño.

Pablo se despide de Iván hasta el día siguiente. 
Por la tarde cuando llega Antonio de trabajar -su padre-, va directo a Pablo a preguntarle qué tal le ha ido en su primer día de clase. Pablo le da un beso y le empieza a contar todos los detalles. Cuando acaban los dos se van a jugar un poco a la pelota como normalmente. Isa les llama una hora antes de cenar para duchar a Pablo y acostarle al poco tiempo de cenar. 

A la mañana siguiente se levanta muy animado para ir al colegio y ver a su nuevo amigo. Hacen lo de la mañana anterior y llegan al colegio. Nada más llegar ve a su amigo y se despide de su madre para ir con él. Se sientan juntos en clase y poco a poco van cogiendo mucha confianza. Se nota que serán muy buenos amigos según vayan creciendo. 
Los dos niños aprovechan el recreo para juntarse con más compañeros. Pablo sin querer tira a una niña que iba vestida con un pequeño vestido rojo y un lazo blanco. 
-¿Estás bien?, le dice Pablo a la niña cogiéndola de la mano. 
-Sí, contesta ella levantándose. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Pablo, ¿y tú? 
-Soy Ari, dice la niña de cabellos negros rizados. 
-¿Quieres venir a jugar con nosotros? le dice Iván a la niña. 
Ella acepta y les presenta a su amiga llamada Esther. 
Los cuatro empiezan a correr por el patio, van a unos toboganes de colores y se lo pasan muy bien. Los cuatro juegan en todos los recreos de los días posteriores. 

Presentación.

A partir de este momento voy a empezar a publicar una novela en la cual Pablo Alborán es el protagonista. 
Los nombres de los protagonistas cuando vayan apareciendo nuevos se destallarán muy bien en el capítulo correspondiente. 
Espero que os guste,
                                                                                               Un saludo.

sábado, 27 de julio de 2013

"Que yo espero si tardas porque creo que te debo mucho".

Quizás soy sea ese día que esperabas que nunca iba a llegar. Veías el final muy lejos porque solo pensabas en las dulces palabras que te dedicaba día si y día también. Qué duro es saber que tu felicidad depende de otra persona... A este dato jamás deberíamos llegar porque, cuando esa persona se va por el motivo que sea, ¿tú qué sientes? Parece que todo se ha ido, que la vida no te sonríe. Empiezas a hacer un pequeño muro contra el mundo pensando que nada ni nadie volverá a ser igual. En cierta parte es cierto. Cada persona tiene un detalle por mínimo que sea que no volverás a encontrar en nadie. Querer es muy bonito y una cosa medianamente seria. Puedes querer y que no te quieran. Quererse los dos y que uno deje de sentir. O directamente, pueden quererse dos personas y no decir nada por miedo a que el otro te rechace.
La vida es dura y yo quizás demasiado joven, pero estoy segura de que en este tiempo por ciertas circunstancias que ahora no vienen a cuento mencionar he aprendido más que otras personas de mi edad. Sólo deseo que hoy esta relación no acabe, solo espero eso. He querido como nunca había querido a nadie, he sentido lo que nunca había sentido, y me ha hecho sentir lo que ninguna persona había conseguido antes. Por estas razones, espero que la decisión que tome sea la mejor para él. Que pueda volver a sonreír como un día lo hizo conmigo, que se enamore y se enamoren de él, que rían, lloren, jueguen y aprendan nuevas cosas de la vida juntos. Yo quizás no sea la persona iniciada por mucho que quiera a esa persona. Me duele saber que puede haber un final, tengo miedo. A lo mejor es demasiado tarde, lo sé... Espero una respuesta que nunca había pensado tener que escuchar. En unos segundos, puede que todo lo que un día era tu felicidad, pase a ser el gran motivo de tus lágrimas. Toca ser fuerte, lo cual en mí parece haberse perdido. Un día me dijeron "lucha por lo que de verdad quieres, no lo dejes escapar". Qué bonitas palabras, ¿verdad? Luchar por alguien no es fácil, pero lo haré. Esta persona lo merece.