martes, 28 de julio de 2015

Estoy de vuelta.

Después de 2 años o casi 2 años sin entrar por aquí, vuelvo a retomar el blog donde he ido publicando textos que he ido escribiendo en diversos momentos de mi vida.
Durante este tiempo no he dejado de escribir. He seguido escribiendo textos aunque ha cambiado un poco el tema, he empezado a componer alguna que otra canción que por el momento siguen sin acabar, y como chica de letras, algún poema.
Todo esto lo iré publicando poco a poco en este blog que como bien titulé hace años, mi único objetivo es afrontar la vida con una sonrisa independientemente de los problemas y las caídas que vayamos teniendo a lo largo de nuestra vida.

Gracias a todos los que dediquéis unos minutos de vuestro tiempo a leerme.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 4.

-Señorita, ¿me devuelves mi guitarra? Tengo que enseñarte algo y la necesito, dice Pablo.
-Por supuesto, señorito. Toda suya, dice Ari un poco más tranquila.
Pablo poco a poco va cerrando los ojos y coloca sus dedos en las cuerdas de la guitarra para dar los primeros acordes de la canción. Mientras tanto, Ari se encuentra muy ocupada de mirar sus ojos llenos de ternura. Pablo la mira, le muestra de nuevo su sonrisa y empieza cantar ‘’Regálame tu risa, enséñame a soñar, con solo una caricia me pierdo en este mar, regálame tu estrella la que ilumina esta noche llena de paz y de armonía te entregaré mi vida’’. Continúa cantando hasta llegar al estribillo. En ese momento pone sus manos en la carita sonrojada de Ari y la canta mirándola a los ojos ‘navego entre las olas de tu voz y tú y tú y solamente tú haces que mi alma se despierte con tu luz, y tú y tú y tú y solamente tú…’’. Vuelve a soltarla y agarra su preciosa guitarra y continua cantando hasta llegar al final de la canción. Ari no se ha podido resistir a posar su mano en la rodilla de Pablo mientras seguía cantando. Cuando termina de cantar lo primero que hace es agarrar con fuerza la mano que Ari tenía apoyada en su rodilla al mismo tiempo que deja la guitarra al lado contrario.
-¿Te ha gustado, cielo?, dice Pablo.
-Uf, sí, es preciosa. No sabía nada de que cantaras ni nada de eso. Qué escondido lo tenías, ¿no?, dice Ari.
-Jajajaja, sí… ¿Pero a que así de improviso te suena mejor?
.Por supuesto, tienes una voz preciosa al igual que la canción. Quiero oír más, dice ella con una carita de niña pequeña irresistible.
-Tranquila, Ari. Cuando tenga más te lo diré y te las cantaré al igual que he hecho hoy.
Ninguno de los dos se ha atrevido a decir nada más. Pablo quería decirle que iba escrita especialmente para ella, y Ari quería preguntarle quién era la musa de su inspiración.

Los dos amigos pasan un rato en el sótano intentando escribir algo juntos y tocando la guitarra y el piano. Pablo le pide a Ari que ella le acompañe con su voz. No duda de que esa voz dulce cantando tiene que ser muy bonita. Pero a ella le da vergüenza, así que, ella se encarga de tocar la guitarra mientras Pablo se sienta en el piano y va tocando algo. Al rato se vuelven a sentar en el sofá blanco donde había cantado la canción a Ari y le empiezan a sonar las tripas.
-¿Tienes hambre, señorito?
-Un poco, señorita. ¿Subimos a comer algo?
-Vale, como quieras.
Meriendan junto a toda su familia y empiezan a hablar de diversos temas y se empieza a hacer tarde. Ari tendría que ir a su casa para prepararse para el día siguiente el instituto y cenar con su familia, así que se despide de toda la familia de Pablo muy amablemente y espera a despedirse de Pablo en la puerta.
-¿Qué te crees que voy a dejar que te vayas sola?, dice Pablo con una sonrisa pilla.
Los dos andan por las calles de Málaga hasta llegar a casa de Ari. Allí despide a Ari y saluda a su madre que sale a abrirla la puerta. Pablo se vuelve y no deja de pensar en todo lo que ha pasado en unas pocas horas en ese sótano. No deja de pensar en las caritas que ponía mientras le cantaba, en su mano rozando su pierna, en la melodía que hacía sonar con su guitarra y en el buen trato que había entre su familia y ella. Está deseando llegar a casa para contárselo a su hermana, su gran amiga.
Nada más llegar, se pega una ducha con la música que tanto le gusta y al salir, acude a la habitación de su hermana.
-Eh, Pablete, te estaba esperando. Quiero detalles.
Pablo empieza a contarle todo lo que ha pasado a lo que su hermana le contesta:
-Me parece muy bien el paso que habéis dado por parte de los dos, ahora sigue luchando. Se nota que ella también te quiere y quiere estar contigo. Ese detalle de poner su mano en tu pierna dice mucho, Pablo. Me alegro, lo mereces.
Los dos hermanos se abrazan y se dan un beso muy fuerte e inmediatamente bajan a poner la mesa porque ya les está dando el olor de la cena.
Después de hacer cada uno se va a su habitación hasta que consiguen dormirse.
Al día siguiente Ari y Pablo tienen un momento de intimidad en el recreo, y deciden hablar de lo que había pasado el día anterior en aquel sótano. Los dos parecían muy contentos al haber empezado a dar un paso pero por ahora no quieren relaciones serias. Los dos tienen todavía 16 años y prefieren esperar para ver cómo va surgiendo todo.

A partir de eso momento se ven cada vez que pueden y pasan la tarde en el estudio tocando el piano y la guitarra o Pablo compone canciones mientras ella se centra en sus estudios más tiempo. Pasan momentos inolvidables que hablan mucho de cómo será su relación en día que comiencen. Ríen, echan siestas juntos en aquel sofá blanco, cantan, bailan, tontean, y hasta juegan a la play. 

domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulo 3.

Pablo después de hablar con Iván, decide ir a casa y se mete en el sótano, lugar donde se encuentran todos los instrumentos que saben tocar miembros de la familia. Él desde pequeño se entretenía mucho mirando como tocaban la guitarra o el piano, así que, decide sentarse y tocar algo él ya que de pequeño había aprendido. Coge la guitarra, siempre ha tenido cierto cariño a esa guitarra. Pasa horas y horas pensando en Ari y eso le lleva a componer una canción dedicada a ella. No deja de tocar la guitarra, cantar y corregir ciertas cosas para que suene mejor. Así se pasa toda la tarde hasta que su hermana baja y le interrumpe.
-Pablete, te llevo escuchando toda la tarde tocar la guitarra. Me gusta mucho como suena, dice Susana.
Pablo se ríe y se pone a cantar y tocarla de nuevo para que ella pueda oírla al completo. Al acabar, Susana empieza a darle la enhorabuena y le aplaude. Cosa que hace que Pablo desconecte un poco. Los dos suben para arriba porque se acerca la hora de cenar y no quieren que mamá haga todo ella sola.
Hoy van a preparar tortilla de patata y un poco de pescado frito lo cuál es típico de Málaga y a los niños les encanta. Susana va pelando las patatas mientras Pablo se entretiene en batir los huevos. Después de eso los dos se ausentan y se van esta vez al jardín para conversar. Susana sabe que a Pablo le pasa algo y quiere que se lo cuente.
-Pablo, ¿hay alguien?, dice ella.
-No… En verdad todavía no hay nadie… asiente Pablo.
-Te conozco, hermanito. Conozco esa cara de ángel que tenías esta tarde cantando esa preciosa canción.
-Es una historia larga, Susana. No quiero aburrirte…
-¡Pero qué dices! Sabes perfectamente que a mí no me aburre escuchar tus historias.
-Está bien, está bien, no te pongas así. ¿Recuerdas a Ari? ¿Mi amiga?
-Sí, continúa, dice imaginándose lo que viene después por las palabras que dice en la canción. Solo recuerda lo más sonado de la canción ‘’tú y tú y solamente tú’’.
-Desde que la vi por primera vez vi una carita muy tierna con una sonrisa preciosa. A medida que hemos ido creciendo cada vez que me encuentro más cerca de ella los ojos me empiezan a brillar y unos mariposas recorren toda mi tripa. No sé que se esconde detrás de todo esto, pero…, dice Pablo empezando a sonreír por la cara de su hermana.
-Pablo, lo sabía. Te conozco. Siempre te he encontrado inquieto ante esa chica. Como hermana te digo que luches por ella, eres un chico muy guapo y muy tierno, seguro que ella también te quiere. Pero cuidadito con lo que hacemos, ¿eh?, le dice con tono gracioso. Ahora, si te parece bien quiero que me vuelvas a cantar esa canción y la matizamos, ¿vale?
Pablo le canta la canción una y otra vez hasta que consigue quedar perfecta. Se hace tarde y los dos se van a dormir.


Al día siguiente Pablo empieza a pensar en las palabras de su hermana ‘’lucha por ella’’, y eso hace. La intenta ayudar en todo lo que puede, está más cariñoso aún de lo normal, y ella empieza a sonrojarse delante de él. Iván se siente muy feliz viendo como su amigo desde la infancia está triunfando con ‘’su chica’’.

Los dos tienen una conversación graciosa donde Pablo le cuenta que ha compuesto una canción y le lleva a su casa para que la escuche. Iván no sabía nada de que cantaba y sabía tocar la guitarra tan bien. Su hermana e Iván intentan convencer a Pablo para que lleve a su casa a Ari y se la cante. Realmente la canción va llena de sentimientos y las caras que pone Pablo al cantarlas conseguirían acabar de enamorar a Ari en el caso de que no lo estuviera ya… Nadie es capaz de resistirse a la ternura de ese malagueño de pelo claro y ojos oscuros. 
Pablo no quiere, no quiere arriesgarse a que ella no sienta lo mismo y la amistad de hace tantos años pueda cambiar. Él no está seguro de si ella siente algo hacia él o esas muestras de cariño solo son por toda la confianza que hay entre medias de los dos.
-Venga, va, Pablo, dice Iván. 
-No sé, no sé... ¿Y si ella no siente lo mismo?, dice Pablo.
-¿Pero cómo no va sentir lo mismo? ¿Acaso no te has fijado en la carita tan tierna que pone al verte? ¿Y en cómo se enrojecen sus mejillas cuando la dices alguna palabra cariñosa? Parece mentira que seas tan listo para algunas cosas y tan tonto para otras, dice Iván riéndose. 
Gracias a esas palabras Pablo piensa y empieza a darse cuenta. Su amigo es una gran persona y siempre sabe como hacer del momento más difícil uno de los momentos inolvidables. 

Al cabo de unos días, Pablo se acerca a ella como tantas otras veces y dice:
-Ari, ¿te gustaría venir a mi casa? Tengo algo que enseñarte.
-Claro, Pablo, dice ella algo preocupada.
-No cielo, no te preocupes... Te aseguro que no es nada malo.
Al salir de las clases, los dos van juntos a casa de Pablo. Los dos se sientan junto a Susana y mamá en la mesa para comer. Después de comer, bajan los dos al sótano y ella empieza a ver muchos papeles por allí con tachones y una guitarra. Se sienta en un sofá blanco y coge la guitarra intentando sacar alguna melodía de ahí. Pablo la mira y los dos empiezan a reírse. 






martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 2.

Van pasando los años y los cuatro niños; Pablo, Iván, Ari y Esther se hacen muy amigos. Ya han pasado 5 años y los niños empiezan a salir al parque después de hacerlos deberes.
La relación entre las madres de los niños es muy buena. Todos se sientes muy cómodos. Pasan horas y horas juntos, nunca se cansan. Se ayudan en todos los pequeños problemas que les surgen.


Pablo y Susana se llevan muy bien, son de esos hermanos que a pesar de ser pequeños siempre han tenido una relación muy bonita. Los dos tienen por costumbre ayudar en casa a todo lo que sea posible. 
Susana está a punto de terminar el colegio, y el paso al instituto lo tiene cerca. Solo le queda un año en ese edificio de ladrillos de color rojo donde conoció a todos sus amigos.  Lleva con ellos desde pequeña y empieza a tener miedo porque alguno de ellos se cambie al pasar al instituto y su relación cambie. Se sientan los cuatro, Isa, Antonio, Susana y Pablo en la mesa para merendar y la hermana empieza a contárselo a sus padres.
-Mamá, papá, como sabéis dentro de un año me toca ir al instituto, dice ella un poco desanimada.
-Sí, contestan los dos.
-¿Cuál es el problema, cariño?, contesta el padre al ver la cara de pena que se le pone a Susana.
-Ya sé que muchas veces me habéis dicho que si los amigos son de verdad duran para toda la vida, pero… quizás alguno se cambie de instituto y no estemos todos juntos como desde que empezó el colegio, explica Susana.
-No tienes que preocuparte de esto ahora, Susana. Diviértete con ellos y al año que viene ya se irá viendo. Verás como estaréis todos juntos y conoceréis a más personas allí y vuestro grupo de amigos crecerá y crecerá, dice Isa muy animada.
Los cuatro terminan de merendar tranquilos, recogen la mesa cuando el timbre de la puerta empieza a sonar. Pablo va corriendo a abrir, siempre le ha gustado mucho. Era la abuela. Pablo se abalanza sobre ella y la da un beso fuerte. Los niños siempre juegan con la abuela a las cartas, así que, esa tarde salen todos al jardín a jugar. La abuela gracias a su gran experiencia y alguna que otra trampa va ganando partida sí y partida también. Ningún miembro de la familia se enfada, todos saben cómo es la abuela.
-Abuela, siempre ganas, comenta Pablo.
Todos empiezan a reírse por la cara que ha puesto al decirlo.
Cuando ven que empieza a anochecer recogen y la abuela se queda a cenar tras haberla insistido mucho Susana. Susana y la abuela ayudan a mamá en la cocina mientras Pablo y su padre se sientan en el sofá a ver los deportes.
Mamá reparte los platos y pone una ensaladera grande en el medio de la mesa para que cada uno se vaya echando en su plato la cantidad que quiera. Siempre ha sido muy generosa en los temas de la comida.
Nos sentamos todos alrededor de la mesa y empezamos a conversar sobre el Málaga, el equipo del que es toda la familia. Así pasamos hasta que terminamos de cenar y recogemos la mesa. La abuela ya se va a su casa, y la acompañamos hasta la puerta donde la despedimos con un beso y un abrazo. Mamá nos llama desde el salón.
-Pablo, Susana es hora de que vayáis a dormir, dice su madre.

Los dos asienten con la cabeza, se despiden de sus padres y suben a la planta de arriba donde los dos se lavan los dientes y se van a dormir. 


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Los niños han crecido. Ya tienen 15 años y otros temas empiezan a entrar en sus cabezas. Al poco tiempo la relación de los cuatro amigos empieza a cambiar. Pablo empieza a mirar a Ari de una manera un poco extreña. Sus ojos empiezan a brillar y él se empieza a poner nervioso cuando la siente cerca. Iván, que le conoce muy bien busca el momento exacto para hablar con él.
-Pablo, he visto como hoy mirabas y te ponías nervioso cuando Ari se ponía a tu lado.
Pablo lo reconoce, sabe que a él no le puede mentir. 
-Tengo que contarte algo, dice Iván. 
-Dime, amigo, dice Pablo con una sonrisa de oreja a oreja aunque a la vez algo preocupado por si es algo malo...
-Somos pequeños, y lo sé, pero desde el primer momento que conocimos a Ari vi en ella algo especial que al igual que ti hace que me ponga nervioso al tenerla cerca, comenta Iván poniéndose un poco rojo.
-A mí también me pasa, Iván. Cada vez que recuerdo  el día que me agaché a recogerla y vi como sus rizos y su pelo negro con brillo iluminaban esa carita blanca y tierna empiezo a sentir un cosquilleo. Es tan..., dice Pablo.
- Es tan adorable, concluye Iván

Capítulo 1.

Todo empezó un 31 de mayo de 1989 en Málaga, una gran ciudad de Andalucía que consta de playa entre otros monumentos que hacer que la ciudad sea preciosa. Ese día nació un tal Pablo Moreno de Alborán Ferrándiz. Una persona que devolvió toda la felicidad en momentos difíciles.
Según fue creciendo su relación con familia iba siendo más cercana, ya que a él también le habían afectados unos cuantos sucesos familiares. Al sentir mucha pena por dentro tras una enfermedad en un componente de su familia empezó a refugiarse en la música. Eso que había aprendido desde muy pequeño; lo llevaba en la sangre.



-Venga, Pablo, tenemos que ir al colegio, le dice su madre con cuidado.
-Mamá, no quiero ir, jope, dice Pablo haciendo pucheritos.
Su madre, Isa, ha estado con Pablo desde que nació. Siempre se turnaban para darle todo el cariño a su segundo hijo. Hacía casi tres años habían tenido una niña llamada Susana.
-Tate, tienes que ir a clase. Conocerás a mucha gente y harás amigos, le dice Susana, una pequeña niña de 6 años con el pelo rubio, ojos verdes, y una sonrisa muy característica de ella.
Pablo no da respuesta a lo que le dice su hermana, solo se sienta en la cama esperando a que su madre le ayude a vestirse. Seguidamente, entra Isa por la puerta y empieza a vestirle. Se sientan los tres en la mesa a desayunar teniendo una conversación sobre todo Isa y Susana. Pablo está muy entretenido en comerse sus galletas de chocolate con las cuales se mancha.
-Pablete, ya te has manchado. Vamos a cambiarte la camiseta rápidamente y nos vamos a conocer a tu profe y compañeros, dice Isa.
-Vamos, mamá, dice Pablo muy animado.
Cuando llegan al colegio, Susana va directamente con sus amigas despidiéndose de su madre con un beso en la mejilla. Pablo, en cambio, se queda abrazado a su madre durante un largo tiempo.
-Mamá, ¿vendrás a por mí en cuanto acabe el cole?, dice Pablo.
-Claro que sí, mi vida, dice Isa.
-Te quiero, mamá.
-Y yo, Pablo.
Pablo entra corriendo con sus demás compañeros. Al principio estaba muy cortado porque no conocía a nadie. Pero ya sabemos cómo son los niños pequeños; siempre hay alguno que es más espabilado.  Salen al recreo y tras haber corrido un rato, un niño vestido con una camiseta del Málaga se acerca a Pablo y le pregunta que si quiere jugar con él al fútbol.
Pablo no tarda ni un segundo en contestarle que sí quiere. Pasaba todas las tardes en el pequeño jardín de su casa jugando con su padre a la pelota. Los dos se fueron a jugar a la pelota y poco a poco fue conociendo a gente.
A la salida su madre fue a recogerlo como le había prometido. Pablo le contó todo lo que había hecho y le presentó a su amiguito, ese chico de la camiseta del Málaga.
-Hola, me llamo Iván, dice el muchacho.
-Hola yo soy Isa la madre de Pablo, dice la madre dándole un besito al niño.

Pablo se despide de Iván hasta el día siguiente. 
Por la tarde cuando llega Antonio de trabajar -su padre-, va directo a Pablo a preguntarle qué tal le ha ido en su primer día de clase. Pablo le da un beso y le empieza a contar todos los detalles. Cuando acaban los dos se van a jugar un poco a la pelota como normalmente. Isa les llama una hora antes de cenar para duchar a Pablo y acostarle al poco tiempo de cenar. 

A la mañana siguiente se levanta muy animado para ir al colegio y ver a su nuevo amigo. Hacen lo de la mañana anterior y llegan al colegio. Nada más llegar ve a su amigo y se despide de su madre para ir con él. Se sientan juntos en clase y poco a poco van cogiendo mucha confianza. Se nota que serán muy buenos amigos según vayan creciendo. 
Los dos niños aprovechan el recreo para juntarse con más compañeros. Pablo sin querer tira a una niña que iba vestida con un pequeño vestido rojo y un lazo blanco. 
-¿Estás bien?, le dice Pablo a la niña cogiéndola de la mano. 
-Sí, contesta ella levantándose. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Pablo, ¿y tú? 
-Soy Ari, dice la niña de cabellos negros rizados. 
-¿Quieres venir a jugar con nosotros? le dice Iván a la niña. 
Ella acepta y les presenta a su amiga llamada Esther. 
Los cuatro empiezan a correr por el patio, van a unos toboganes de colores y se lo pasan muy bien. Los cuatro juegan en todos los recreos de los días posteriores. 

Presentación.

A partir de este momento voy a empezar a publicar una novela en la cual Pablo Alborán es el protagonista. 
Los nombres de los protagonistas cuando vayan apareciendo nuevos se destallarán muy bien en el capítulo correspondiente. 
Espero que os guste,
                                                                                               Un saludo.

sábado, 27 de julio de 2013

"Que yo espero si tardas porque creo que te debo mucho".

Quizás soy sea ese día que esperabas que nunca iba a llegar. Veías el final muy lejos porque solo pensabas en las dulces palabras que te dedicaba día si y día también. Qué duro es saber que tu felicidad depende de otra persona... A este dato jamás deberíamos llegar porque, cuando esa persona se va por el motivo que sea, ¿tú qué sientes? Parece que todo se ha ido, que la vida no te sonríe. Empiezas a hacer un pequeño muro contra el mundo pensando que nada ni nadie volverá a ser igual. En cierta parte es cierto. Cada persona tiene un detalle por mínimo que sea que no volverás a encontrar en nadie. Querer es muy bonito y una cosa medianamente seria. Puedes querer y que no te quieran. Quererse los dos y que uno deje de sentir. O directamente, pueden quererse dos personas y no decir nada por miedo a que el otro te rechace.
La vida es dura y yo quizás demasiado joven, pero estoy segura de que en este tiempo por ciertas circunstancias que ahora no vienen a cuento mencionar he aprendido más que otras personas de mi edad. Sólo deseo que hoy esta relación no acabe, solo espero eso. He querido como nunca había querido a nadie, he sentido lo que nunca había sentido, y me ha hecho sentir lo que ninguna persona había conseguido antes. Por estas razones, espero que la decisión que tome sea la mejor para él. Que pueda volver a sonreír como un día lo hizo conmigo, que se enamore y se enamoren de él, que rían, lloren, jueguen y aprendan nuevas cosas de la vida juntos. Yo quizás no sea la persona iniciada por mucho que quiera a esa persona. Me duele saber que puede haber un final, tengo miedo. A lo mejor es demasiado tarde, lo sé... Espero una respuesta que nunca había pensado tener que escuchar. En unos segundos, puede que todo lo que un día era tu felicidad, pase a ser el gran motivo de tus lágrimas. Toca ser fuerte, lo cual en mí parece haberse perdido. Un día me dijeron "lucha por lo que de verdad quieres, no lo dejes escapar". Qué bonitas palabras, ¿verdad? Luchar por alguien no es fácil, pero lo haré. Esta persona lo merece.